El frío deja a los pericos en casa
No llegaron a once mil los valientes que anoche se dieron cita en Montjuïc para apoyar al Espanyol. Faltó una centena para redondear dicho número, la peor entrada en lo que va de temporada. Contra los 10.900 novecientos de ayer, los 14.150 que marcaba el listón de asistencia mínima en el presente ejercìcio, cifra que se dio con ocasión de la visita del Real Murcia. Y es que, pese a los llamamientos de Ernesto Valverde y parte de los jugadores en la víspera, avisando que aun tratándose del colista Levante el público blanquiazul debería hacer el esfuerzo de subir a Montjuïc para apoyar, en esta ocasión pudo más el frío que cualquier otra circunstancia. Anoche el estadio de Montjuïc, como el resto del territorio catalán, era una auténtica nevera. Frío intensísimo, viento racheado por momentos, y en diversas fases lluvia fina que más pronto parecía nieve a punto de cuajar. De ahí que no resultaba extraño ver las desangeladas gradas, con grupúsculos de aficionados apiñados por aquí y por allá, tratándose de darse calor entre ellos ante el peligro de quedarse medio congelados. Circunstancia de la que tambièn se contagió el equipo de Valverde que, falto de dos jugadores claves en el esquema como Riera y Luis García, resultó ser un once plomizo en juego y, por supuesto, con las ideas congeladas. Tanto que, salvo el primer cuarto de hora en el que llegó el gol de Jarque, de fútbol de vio poco.Menos por el colista Levante, que en todo momento demostró el porqué del lugar que ocupa en la clasificación.
A falta de algo que celebrar, la afición pidió a De la Peña, enfriándose en el banquillo. Solicitaba el personal mayor profundidad en el juego y cerrar, de una vez por todas, un partido que en cualquier momento podìa correr el riesgo de malograrse. Valverde, viendo que había que llegar con más intensidad a la meta contraria, sacó a 'Lo Pelat' pasada la hora de juego. Estuvo a punto de liarla en el segundo balón que tocó. Pero nadie pudo evitar los nervios hasta el final. Ni contra el colista. La grada, entre el frio y el mal juego, perdía la paciencia por momentos. Hasta que pitó el árbitro. Final feliz y de nuevo en Champions
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