viernes, 21 de octubre de 2011

Una niña deja el Júpiter porque.......

Una niña deja el Júpiter porque le obligan a pasarse al equipo femenino
El club se defiende argumentando que la separación por sexos de los jugadores menores servirá para promocionar los grupos femeninos

Deportes | 21/10/2011 -
Enrique Figueredo


Eva ya no juega con sus amiguitos del equipo de fútbol. Ha tenido que cambiar de club. La entidad donde dio sus primeros pasos en este deporte ha creado un grupo femenino y la cría, de ocho años, debía incorporarse forzosamente a él, le dijeron, o buscarse un lugar en otra parte. La normativa actual permite que haya niñas en los equipos masculinos hasta la categoría de infantil incluida y a ella le faltan varios años todavía para llegar a ella. Los padres de Eva dicen que a su hija se le ha apartado del equipo por razones de sexo y no deportivas. El club, el Júpiter del barrio barcelonés de la Verneda, reivindica el derecho a seguir la política interna que considere más conveniente para los intereses de la entidad y que en este caso pasa por la separación de sexos para promocionar las categorías femeninas inferiores.

La protagonista de esta historia empezó en el club grisgrana bien pequeñita, en la escuela de fútbol. Ahora milita en la categoría benjamín de la Penya Barcelonista Barcino. Juega de lateral. Luce el número cuatro en la espalda y el año pasado marcó cinco goles en la liga, tres de ellos los hizo defendiendo la camiseta del Júpiter contra el Vila Olímpica. Aquel partido logró un hat-trick. Como los grandes. La niña acudía regularmente a los entrenamientos y a los partidos. En esa dinámica de normalidad, fue como acabó la liga el pasado año. La cría era uno más del equipo. Una de las pocas diferencias era que solía ducharse en casa. "Casi ningún campo tiene dos vestuarios", dice Cristina Vicente, la madre de la niña.

Jordi Pozo, padre de la pequeña, explica que el pasado mes de junio el club le sugirió que la chiquilla hiciera una prueba para el grupo femenino. Desde la Federación Catalana explican que, como el fútbol de mujeres cuenta con muchísimos menos practicantes que el de hombres, se agrupan varias categorías para poder formar equipos competitivos, cuando no sencillamente para lograr jugadoras suficientes para organizar uno. Como ejemplo, en la provincia de Barcelona hay 205 grupos infantiles e inferiores de fútbol masculino, frente a los 10 grupos femeninos que hay en la misma demarcación.

Así, Eva hizo una prueba para la sección femenina del Júpiter. Se trataba de un equipo que podría estar compuesto por jugadoras prebenjamín, benjamín y alevín, es decir, por niñas nacidas entre el 2001 y el 2004. "Prefiero jugar con los niños", esta es la frase que dijo la chiquilla después de acabar la prueba, según recuerda su padre Jordi. En ese momento, añade el progenitor, "supusimos que no pasaría nada, y que la niña continuaría con su equipo de siempre". Pero no fue así. "Nos llamó la coordinadora –continúa Jordi con su relato– y nos dijo que los niños debían jugar con los niños y las niñas con las niñas". A partir de ahí, empezó a madurar el divorcio que acabaría por producirse entre la familia Pozo y la Fundació Privada Club Esportiu Júpiter.

Fuentes del club explican que se produjo una tensa reunión entre el padre de la menor y el coordinador del fútbol base y que tal y como reconoce el propio Jordi Pozo, este elevó el tono. "Empecé a ver que a la niña se le iba a apartar del equipo, precisamente, por ser mujer", sentencia. Desde el club aclaran e insisten en que "todas las niñas de la edad de Eva deben ir al equipo femenino". "No echamos a las niñas, sólo las derivamos a otros equipos. Actualmente en la escuela de fútbol hay cuatro niñas. Los jugadores no pueden elegir el equipo en el que jugarán", insisten desde el Júpiter. A la jugadora que consiguió el hat-trick contra el Vila Olímpica no la echaron, se fue forzada exactamente por la razón de separación de sexos que el club esgrime para defenderse. Eva no quería ir al femenino, quería seguir con sus compañeros en el masculino. "Están jugando todos los niños menos mi hija, que ha cumplido con todo durante todo este tiempo y no ha tenido ningún derecho y sí todas las obligaciones", dice Cristina.

El divorcio deportivo se consumó irremediablemente. Ahora, la dorsal número cuatro ha recuperado la tranquilidad en su nuevo club. Allí juegan niños y niñas juntos. "Mis nuevos compañeros son simpáticos, pero echo de menos a mis amigos del Júpiter", explica la propia Eva durante un descanso de los deberes de clase.

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