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Cerca de ochocientos niños ayudan a alimentar el futuro de un club que mira hacia adentro. No es fácil, pero cada día estos niños, y niñas, cuando acaba la hora escolar llenan los campos de la Ciutat Esportiva de SADRIA de ilusiones aprendiendo a darle al balón. Casi ni se ve la hierba. Son de toda clase y condición, sin distingos. Todos, unidos por una pasión: jugar a fútbol. Es la Escola del RCD Espanyol. Sesenta y ocho equipos en competición interna por niveles. Tres equipos federados. Treinta y cuatro partidos en juego cada sábado. Sesenta y cuatro entrenadores cuidando permanentemente de los críos. Al frente de todo esto, Álex García, exjugador del primer equipo, y Albert Villarroya, técnico y pedagogo, con muchos años de experiencia en ambos frentes. Entrena al equipo alevín del club. La Escola del Espanyol funciona desde 2002, cuando arrancó con doscientos chavales. Hoy está en los límites que permite la capacidad de la Ciutat Esportiva. En diferentes turnos, los proyectos de crack entrenan dos horas a la semana y juegan los sábados. Cada equipo lleva el nombre de un ídolo profesional. El equipo 'Pochettino', el equipo 'Tamudo', etc.. Juegan un partido el sábado por la mañana en 17 grupos de cuatro equipos que durante tres jornadas se juegan subir, mantenerse o bajar del nivel marcado por los técnicos. Cada uno de ellos tiene un máximos de 24 niños. Son entrenadores titulados, o licenciados en Educación Física que han de observar y decidir el nivel de cada niño y la forma de procurar su evolución en unos trabajos en los que hay dos aspectos fundamentales: el trabajo permanentemente con la pelota, y la relación humana entre niños y entrenadores. Y una premisa inamovible: ningún responsable de la Escola va a anteponer la perspectiva de forjar un crack sin forjar, por encima de todo, a la persona. Y en eso están. Dense una vuelta por Sant Adrià De las cinco de la tarde en adelante. Verán como no para el balón y se alimentan ilusiones. Vale la pena
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